sábado, 16 de septiembre de 2017

LA INTELIGENCIA Y COMUNICACIÓN DE LOS ANIMALES



En nuestras sociedades existen animales de compañía, de crianza y animales de labor. Los primeros son amados pero, con frecuencia, cuando estorban, son abandonados en vacaciones. Los segundos son transportados y muertos de modos terroríficos. Los últimos desaparecen cuando dejan de ser útiles, y son sustituidos como muñecas viejas por juguetes nuevos. Desde Descartes, se piensa que los animales carecen de conciencia, siendo autómatas biológicos sin mente. Esto reduce sus derechos: Ante su dolor no siempre sentimos empatía. Las campañas por los derechos de los animales son consideradas una tontería por muchos mientras haya un ser humano que pase hambre. Este juicio estúpido presupone que hay un orden de solución de los problemas y una incompatibilidad entre «salvar» la humanidad y salvar a los animales. Hoy día la palabra animal sigue siendo un insulto en nuestro lenguaje. Un perro no es un ser humano, pero igual que existen los derechos humanos aplicables en principio a cualquier miembro de la especie, por indeseable que sea, deberían existir unas normas de conducta respecto a los animales, sin entrar en la discusión sobre si tienen o no deberes y derechos. Normas de conducta humana que ayudaran a su calidad de vida y disminuyeran su sufrimiento gratuito, sobre todo si, como parece, su inteligencia y su capacidad de sentir son tan sorprendentes.

La experiencia consciente en animales 

En un grupo de monos, un crío observa a otro macho adulto comiendo una fruta especialmente apetecible. Con los ojos clavados en la comida, el monillo se acerca lentamente al macho. Éste, sin prestarle atención alguna, sigue con su pequeño picnic. De pronto, el pequeño emite un chillido desgarrador. Al instante, la madre del mono se da la vuelta y llega corriendo para perseguir al supuesto agresor que quería hacer daño a su hijo. El pobre macho suelta la comida y echa a correr. Mientras el pícaro recoge tranquilamente la fruta del suelo y, con mucho gusto, se la come. ¿Qué hay detrás de este curioso episodio de la vida de los simios? ¿Se parece más a una respuesta instintiva o a una acción premeditada? En teoría, un procesamiento mental no consciente podría llevar a los mismos resultados, pero, como afirma Donald R. Griffin, «parece probable que el pensamiento y las emociones conscientes [...] proporcionan a los animales el mejor método para enfrentarse a los desafíos críticos en su entorno natural.»2 La observación de uno de los mayores expertos en la mente animal, apunta en dos importantes aspectos que están íntimamente unidos con la conciencia: El pensamiento y las emociones.



Pensamiento animal 

A menudo la conciencia suele identificarse con el pensamiento. Aunque la capacidad de crear representaciones internas del mundo y manipularlas mentalmente sólo constituye una parte de la experiencia consciente, es de una importancia vital. Posiblemente podamos imaginar una conciencia sin emociones (quizás un sistema de inteligencia artificial á la Startrek), pero la idea de una criatura consciente sin pensamiento nos parece realmente absurda. 

De ahí la importancia que los humanos atribuimos a nuestra capacidad mental (acuérdese del conocido Cogito ergo sum.) Evidentemente, nuestro intelecto se encuentra muy por encima de las posibilidades de cualquier especie conocida. Aún así, a diferencia de lo que en su época proclamaba el conductismo, los animales comparten con nosotros numerosos rasgos psicológicos relativos al pensamiento. 

El entorno natural da lugar a tantas situaciones impredecibles que para muchas especies sería muy difícil, si no imposible, sobrevivir con una serie de instrucciones genéticas y respuestas automatizadas. Las ratas, por ejemplo, evitan fuentes de comida envenenadas si han visto que otra rata ha muerto o ha sufrido malestar tras ingerir esa comida.

 Además, el conocimiento se propaga en el grupo. Las crías aprenden de sus padres a evitar los mismos alimentos aunque no han tenido ninguna oportunidad de observar los efectos del veneno en otras ratas. ¿Acaso no sugiere este tipo de aprendizaje por observación la existencia de una atención activa por parte de la rata? Muchos filósofos y científicos, contrarios a la posibilidad de conciencia animal, han utilizado el argumento de disimilitud, afirmando que los animales carecen de ciertas capacidades intelectuales propiamente humanas. Sin embargo, a medida que vamos acumulando evidencia, este tipo de razonamiento se ha demostrado incorrecto.


 La observación de la vida animal y los experimentos de laboratorio confirman que muchas destrezas mentales, que se creían únicas del hombre, se dan también, en mayor o menor grado, en las especies animales. Pero ¿cómo podemos detectar el pensamiento de un pájaro, por ejemplo? 


El mayor obstáculo en la investigación de la cognición animal parece ser la ausencia del lenguaje (no podemos preguntarle a un tigre sobre qué piensa cuando persigue su presa.)


 Aquí entra en juego la creatividad del experimentador para poner el animal ante problemas que permitan discernir el com- LA INTELIGENCIA ANIMAL • portamiento «automático» de una «actuación pensante». Especialmente útiles son aquellas situaciones que presentan algún rasgo de novedad, donde hay poca probabilidad de que el animal pueda dar con la respuesta correcta si sólo recurre a una conducta automatizada. 





¿Cómo se comunican los animales en su propio entorno? 

¿Hay algunas pistas sobre el uso de símbolos por parte de los animales? Sin duda, las hay. Cuando Dorothy Cheney y Robert Seyfarth por primera vez visitaron el Parque Nacional Amboselli (Kenia), donde iban a observar la vida de los monos Vervet, no podían distinguir entre estos cercopitecos ningún patrón de comunicación claro. 

Los monos emitían unos gruñidos que, excepto las variaciones en amplitud e intensidad, parecían «siempre lo mismo.» Aún así, cómo ya habían observado otros etólogos, los monos utilizaban señales de alarma ante al menos tres tipos de depredadores distintos.


Se considera inteligente a un ser que es capaz de comprender, razonar y gracias a ello tomar determinadas decisiones y que además  puede formarse una idea completa de la realidad que lo rodea.







 Es evidente que los animales no cumplen con todos los requisitos de dicha definición, ni son capaces de igualar el poder cognitivo, de abstracción o la capacidad mental del cerebro humano, pero hay ciertas cosas en las que estos seres se especializan y para ello adaptan sus mentes de una forma única.

En cierto modo, se podría decir que son más inteligentes o más funcionales incluso que los seres humanos, en la realización de estas tareas específicas. Estos son los 10 animales más inteligentes, de los millones que comparten el planeta entre sí y con los seres humanos.





Las ardillas

 Si bien las ardillas pueden ser pequeñas, sus cerebros no deben subestimarse, aunque su inteligencia está centrada en una cosa; la recolección de alimentos. Cuando se trata de las disposiciones de búsqueda y almacenamiento sus mentes están adaptados de forma única y recuerdan el lugar exacto donde guardaron sus existencias de comida o dónde la consiguieron, aunque haya pasado mucho tiempo.

Los elefantes 

En comparación con otros animales, los elefantes tienen cerebros más grandes, pero lo que importa es la proporción entre la masa corporal y la cerebral, por ello los elefantes son muy inteligentes para los estándares de los no humanos, ya que son capaces de crear y procesar las interacciones sociales más complejas y parecen conocer conceptos como el de la empatía y la solidaridad.






Los gatos 

 Los que tienen gatos como mascotas conocen muy bien a estos animales y podrían contarnos detalles increíbles de sus amigos felinos. Los gatos son excelentes cazadores, ágiles, silenciosos, perseverantes y poseen una capacidad sensorial multifuncional. Aunque no es tan fácil entrenarlos como sucede con los perros, pueden ser muy eficaces en el aprendizaje de nuevas habilidades y saben muy bien que es lo que les gusta y qué no.

Los perros 

 Aunque los niveles de inteligencia varían entre razas, en general, aprenden nuevas habilidades con facilidad y son rápidos para responder a la formación que le brindan los humanos, además la mayoría de los perros son muy curiosos de su entorno y pueden notar un cambio por mínimo que resulte. Su alta inteligencia emocional parece ser la que probablemente les ha llevado a ser el mejor amigo del hombre.


Los loros

A pesar de que su famosa capacidad de hablar es pura mímica, como la mayoría de la gente sabe, los loros tienen una excelente memoria (por ello son capaces de imitar y repetir) y como muchos otros en esta lista tienen capacidades de resolución de problemas, que pueden resultar sorprendentes.





Los delfines mulares 

 Cuando se trata de la relación entre la masa corporal y el cociente cerebral, es un hecho científico que los delfines nariz de botella o delfines mulares tienen los cerebros más grandes del reino animal. Estos animales se caracterizan por su avanzada capacidad de comunicación, pero también tienen el concepto de conciencia y pueden reconocerse en un espejo.

Los chimpancés 

 Aparte del hecho de que los chimpancés se parecen a los seres humanos, estos animales también tienen la capacidad de “pensar” como nosotros en determinadas situaciones. Pueden manipular su entorno y utilizar herramientas con el fin de ayudar a la comunidad a cumplir ciertas tareas. En general se le considera el primate más inteligente y por lo tanto uno de los animales más inteligentes del mundo.

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